Santidad [Hebreos 12:14]

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”

Si decidimos seguir la paz y la santidad haremos muy buen negocio.  Obedecer a los mandatos de nuestro Dios y Señor siempre acarrea grandes beneficios.  Sigamos el desafío de la santidad.

La santidad no consiste en poner cara de piadoso y hablar de forma extraña con términos religiosos.  La santidad no es una careta o lenguaje.  La santidad es la vida misma de Cristo fluyendo dentro de nosotros.  Cuando fluye esa Vida, nos transforma por dentro y se hace claramente visible por fuera.

La santidad es un gran negocio, porque tener el corazón y los pensamientos limpios nos dan libertad.   También libera la bendición de Dios para nosotros y nuestro linaje. Desata gracia, favor, paz y prosperidad.  Habilita y destraba el fluir poderoso de Dios.  Y hace que disfrutemos de Sus virtudes y amor.  

La santidad de los miembros edifica la iglesia y la convierte en una congregación poderosa.  No hay personas más poderosas en la tierra que la gente santa y llena de fe.  La santidad nos permitirá ver a Dios obrando en nuestras vidas y entorno.

Todo verdadero avivamiento comienza con arrepentimiento de los malos actos (pecados) y con la santificación de nuestro ser (consagración).  Ahí, veremos al Señor transformar vidas, hogares y la ciudad entera.

Si queremos tomar la tierra, ser como el polvo, extendernos y disfrutar de familias bendecidas. “Sigamos la paz y la santidad… y veremos al Señor hacer”.  

 

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