Corazón tranquilo [Proverbios 14:30]

Parece que el escritor quiere hacer un paralelismo entre lo que nos hace bien y lo que nos hace mal.

Habla del corazón tranquilo.  Quiere decir que en nuestro interior estemos en paz, en armonía y en serenidad.  Se refiere a que nuestro interior sea como “agua de tanque”, sin olas, sin turbulencias y sin rompientes.  

Lograr eso solo es posible en el Señor.  Nadie más nos ha ofrecido ese privilegio.  Su victoria en la cruz lo hace posible.  Solo Él puede darnos un corazón tranquilo y libre de turbulencias (Jn. 14:27).

La mejor ayuda para una vida saludable es la tranquilidad interior.  Un corazón tranquilo siempre coopera para nuestro bien.    

En contrapartida, enfatiza lo que nos hace mal.  La envidia corroe los huesos —es “carcoma”, dicen otras versiones—.  La envidia es un deterioro interno y silencioso que nace cuando nos comparamos con otros.  Cuando vemos que aquel tiene o está viviendo algo que yo quiero.    En esa comparación maliciosa, se engendra un sistema corrosivo que daña nuestro interior.  El sistema óseo es lo que da firmeza al cuerpo.  Sin este, seríamos una “bola de carne”, sin forma ni estabilidad.  La envidia es tan mala que nos va comiendo por dentro.  Sin darnos cuenta, debilita la firmeza necesaria que necesitamos para seguir adelante.  

El cansancio crónico y el estrés son síntomas de que nuestro corazón no está tan tranquilo y que quizás la envidia esté corroyendo nuestro interior.

Guardemos nuestro corazón en tranquilidad y paz del Señor.  

Vivamos libres de comparaciones perversas y maliciosas.  Hoy estemos contentos con lo que somos y tenemos en Dios.

 

Buena semana.

Pr. Carlos Nelson Ibarra

 

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