Perder para ganar [Filipenses 3:8]

Este es un principio que recorre toda la Escritura.  

Dios espera que, con tal de tenerlo a Él o de ser hallados en Él, estemos dispuestos a perderlo todo.  

Al lado de Él, todo lo que tenga connotaciones terrenales y humanas, deje de ser importante.  

Perder en los gustos o deseos terrenales para ganar en los deseos o propósito celestiales.   Perder en lo temporal para ser hallado en Él.  Perder en lo terrenal para ganar a Cristo.  

En lo práctico, es perder muchos de los logros que hemos alcanzado en la vida para aferrarnos a la excelencia del conocimiento de Su amor.  Es perder una discusión, un bien o un valor económico para ganar en la paz y seguridad que sólo Cristo puede darnos.  No es ser un “tonto” al que todos pueden maltratar.  

Es saber que los códigos del Reino son diferentes.  Es aplicar a la vida el famoso sermón de la montaña (Mt. 5-7).  Es que cuando te golpeen en una mejilla, pongas la otra.  Es que cuando te roben la túnica, decidas darle la capa también.  Es que cuando te obliguen a llevar una carga por una milla, la lleves dos.  No es dejarse ultrajar siempre.  Curiosamente es sólo la otra mejilla, es darle la capa y también llevarlo otra milla.  No es que siempre que te peguen en una mejilla, pongas la otra y cuando te peguen en esa, vuelvas a poner de nuevo la anterior.  Tampoco es que siempre que te roben, les des más.  Y obviamente no es que tengas que llevar la carga por una distancia indeterminada.  

Es vivir realmente una contracultura del Reino.  El Evangelio no debe adaptarse a la cultura, aunque la forma de presentarlo, sí.  En el Evangelio esta la esencia para ver el eterno valor de lo espiritual por sobre lo terrenal.  El Evangelio es una buena noticia acerca de alguien que supo perder para ganar: Jesucristo.  Sigamos Su ejemplo y nunca seremos vencidos por lo malo.  Sino que siempre venceremos con el bien el mal (Romanos 12:21)    

 

Ptr. Carlos Nelson Ibarra

 

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