"Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios."

Hace algunos años realizamos un campamento de varones en la cuidad de Tandil.  

Un día, por la tarde, subimos uno de los cerros que estaban cerca del complejo donde nos hospedábamos.

Mientras íbamos caminando hacia el cerro, pasamos por una parcela que tenía un número importante de fardos de pasto.  Eran de esos redondos, de unos tres metros de diámetro por dos de largo, que producen las rotoenfardadoras.  ¡Son bastante grandes!

Cuando estábamos allá arriba, uno de los muchachos expresó: “que chiquito se ve todo”.

Esas Palabra hicieron brotar en mí una enseñanza.  ¡¡Es cuestión de perspectiva!! - les dije.

Cuando nuestra vida anda “volando bajito”.  

Cuando andamos a la altura de cualquier ser humano común, las cosas se ven de un tamaño determinado.  

Cuando la perspectiva es terrenal y humana los asuntos suelen verse muy grandes.  Los desafíos nos intimidan por su tamaño.  Los problemas y dificultades también.  

Ese es el tamaño según nuestra perspectiva.  Siendo honestos, no hace falta negar la realidad de su tamaño.  ¡Son grandes y es verdad que lo son!

Debemos cambiar de perspectiva.

Cuando empezamos a ver las cosas desde las alturas, desde la perspectiva de Dios, es inevitable que se reduzca de tamaño.  Las veremos insignificantes.

El desafío, ¿realmente se achicó? Mi problema, ¿es más pequeño ahora? La dificultad, ¿es menor?   ¡No!  Pero… al verlo desde la óptica divina la pequeñez de su tamaño me engrandece.  Tristemente cuando lo veo desde lo terrenal su tamaño me intimida.

“Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios”

Es una cuestión de perspectiva.

Debemos ver los desafíos, las luchas y los problemas como alguien resucitado en Cristo.  Al tomar esa óptica las cosas pierden su poder intimidatorio.

Busquemos las cosas de arriba y el tamaño de lo terrenal nunca podrá amedrentarnos.